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Seguro que ya has oído hablar de la huella de carbono, una métrica ambiental que calcula la totalidad de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) generadas, directa o indirectamente, por una persona, un grupo, una organización, empresa, un producto o servicio.

Como también sabrás, el turismo y los viajes son uno de los grandes responsables de la emisión de GEI: hasta un 8% de las emisiones totales en el mundo según un estudio publicado en Nature en 2018.

Del análisis de la huella de carbono del turismo y la puesta en marcha de medidas para limitarlo surge una controvertida propuesta denominada pasaporte de carbono que ha sido valorada por distintas instituciones y empresas y que tiene por objetivo, principalmente, alentar a las personas a responsabilizarse de sus actos en relación con el impacto medioambiental de sus actividades cotidianas, particularmente here de sus viajes de ocio.

A continuación, os mostramos dos propuestas diferentes acerca del pasaporte de carbono exponiendo también cuáles son las dificultades read more con las que puede encontrarse una medida así de finalmente implantarse en el sector turístico.

Pasaporte de carbono: una ración de carbono read more de uso individual
Una de las propuestas más interesantes acerca del pasaporte de carbono fue la que check here se debatió en Reino Unido hace década y media llegando a las más altas instancias: el presidente de la Agencia de Medio Ambiente del Reino Unido llegó a decir que su desarrollo futuro era “posible”.

Este artículo del Instituto del Cambio Climático de la Universidad de Oxford analiza el denominado Personal Carbon Trading (PCT), algo así como una ración o asignación personal de carbono en la que estarían incluidos tanto la energía here doméstica como los viajes personales a nivel individual: el PCT, por lo tanto, es el germen del concepto “pasaporte de carbono”.

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